martes, 28 de abril de 2009

jueves, 9 de abril de 2009

"Domingo de RESURRECCIÓN"



Cuando mis niños eran niños...



Cada Domingo de Pascua, en una canastita colocaba seis huevitos de Pascua. Eran pequeños, el dinero no alcanzaba para un huevo más importante. Ellos eran felices, con poquito.

Los despertaba esa mañana y junto al papá, recorríamos cada cama, los saludábamos con un beso y cada uno elegía su huevito. Eso sí, para evitar "protestas de niños" eran todos igualitos.

Por la tarde y a la hora del té, siempre una rosca con una chocolatada.

Los años pasaron y un día...Silvito internado -cómo tantos otros días-. Cada síndrome febril significaba una internación.

Semana Santa, en ese cuarto piso de la calle Juncal. Recuerdo la habitación como si fuera hoy y ayer intentamos rememorar, con sus hermanos, ese domingo de Resurrección.

Intentamos entre todos evocar e hilvanar ese tiempo, preguntamos al papá de mis hijos...algunos momentos de ese día están ausentes en todos, pero otros no.

Un inmenso Huevo de Pascua que escondimos en el placard de la habitación de Silvito y sin que él se diera cuenta. ¿Cómo lo entramos a la Clínica?, no recuerdo, pero como imaginarán "de contrabando".

Les hago una confesión y por favor, no la comenten. No es mi deseo que tome estado público, tampoco les estoy pidiendo que sean mis cómplices; es simple, guarden reserva de mis sucesivos "delitos".

Fui "especialista" en ingresar gaseosas, helados, facturas, pizzas, empanadas... Puedo escribir una novela.

Escribo y río, me hace feliz saber que mis acciones llevaban alguna gratificación a mi hijo enfermo. Tengo una duda, ¿fue un "delito" o una "contravención"?


Toda la familia en un pequeño cuarto, el pacientito, mi amado hijo, con suero y una, de las tantas, transfusiones de sangre.

Seguramente, pueden llegar a pensar ¡qué extraño, Susana con un estilo diferente!; siempre les dije que escribo tal lo que mi corazón me dice y mi corazón me dice que el dolor existe y existirá, pero que tenemos que aprender a rescatar segundos de alegría porque ellos nos fortalecen para continuar nuestro derrotero.

No sólamente el huevo, también la tradición familiar de la canastita con pequeños huevecillos, algunas gaseosas y sandwiches.

Sí, Silvito estaba enfermo, pero toda su familia a su lado y JUNTOS agradeciendo el misterio y el milagro de la RESURRECCIÓN.

Que el Milagro de la Resurrección y más allá de nuestras creencias religiosas, signifique en cada uno de nosotros el renacimiento a la luz, a la esperanza y aprendiendo, cada día de nuestros días, a convivir en paz y armonía.

Cuando lean y a la distancia, reciban mi abrazo fraterno y mi agradecimiento, siempre presente, a todos y cada uno de ustedes.
Los sentimientos no figuran en ningún mapa, gocen el Domingo de Pascua cerquita de vuestras familias y de vuestros afectos.

sábado, 4 de abril de 2009

SILVITO Y VIR



Silvio fue un hermano maravilloso. Nos decíamos "mellizos" pues cada año, por once días, teníamos la misma edad.
Cuando niños jugamos mucho, ¡también peleamos! como todos los hermanos. Jugábamos con barro, en Lanín 130, la casa de mis abuelos maternos, con hojas, con sus soldaditos..Compartimos una bici, roja, que casi siempre estaba bajo su mando. Cantamos, mucho. Cómo cantamos! sobre todo en los viajes (junto con Sú, la hermana número tres de los seis que siempre seremos) Canciones que aprendimos en el colegio, algún bolero, y hasta nos animamos a ser autores e intérpretes (“Hoy estrenamos Cerro Azul” fue el hit de un verano lejano en el que estrenamos nuestra casa en las sierras cordobesas).
En los veranos nadamos mucho. Cuando no, pasamos horas en la pileta compitiendo en mejores verticales o velocidad en llegar a lo más profundo. Y leímos. Aquellos libros de tapas amarillas y la colección (completa!) de Asterix y Obelix. También recuerdo un libro que adorábamos y que inspiraba proyectos increíbles de grandes campamentos y salidas de campo (enseñaba el libro a armar carpas, a hacer nudos, a encender fuego, a cocinar..) Las competencias del “uuuuuu” que debía empezar al ingresar al túnel de Libertador y jamás terminar hasta haber salido. Los domingos en Plaza del Libertador, las misas en Santa Adela, nuestra Primera Comunión...
Fuimos juntos a varias escuelas. Recuerdo mi sala de 5 años, su sala de 4 y ¡aquel día que se cayó del tobogán! O el día que la pileta del colegio Taborén se paralizó al ver a un enano que se había “fugado” de los profes y estaba a punto de tirarse del trampolín más alto…¡y si! ¡Era mi hermano! ¡Quién más! .También recuerdo sus primeros días en 1er grado del querido Armenio Argentina. Mi seño (yo estaba en 2do) me daba permiso de quedarme a su lado los minutos iniciales de cada jornada para evitar que llorara (que hermosa imagen los dos sentados en la misma sillita!) Como hubiera querido, hermano mío, permanecer toda mi vida a tu lado, compartiendo aquella sillita, cuidándote, protegiéndote.. Jamás olvidaré las clases de cerámica en Covunco, los fogones en Cerro Azul, los recitales, el espejito que me regalaste … ¿Algún día me explicarás el porqué de tu rechazo a las hebillas en el pelo? Cómo nos volviste locas a las hermanitas Seco!
Los recuerdos tristes, son inevitables. Preferiría no tenerlos. Jamás te quejaste hermano mío.
Intenté, hasta tus últimos días en esta vida terrenal, y a pesar de las distancias físicas que por momentos nos separaron, que supieras que te amaba con toda mi alma y que estaría allí, cada vez que me necesitaras.
Sé que estás con nosotros, todos los días, en todo momento. Sé que nos cuidás. Te siento en mi corazón y te veo cada día en Mati, que cada vez se parece más a vos..en Val, que guarda como un tesoro la remera que le regalaste (escrito de tus manos “SECO” en la etiqueta…seguro fue en alguna internación), o cuando los dos tocan la guitarra (tu guitarra!) que les obsequiaste antes de partir.
Leí hace poquito que cuando emprendamos nuestro viaje final, aquel hacia la vida eterna, hacia la armonía, hacia la belleza inexplicable, hacia la paz indescriptible, allí estarán los seres que amamos y que nos precedieron en el nacer a la vida verdadera…Y que allí estarán para recibirnos, tal los despedimos. Estoy segura que te veré y buscaré a mi hermano en esa última mirada, esa que me regalaste unas horas antes de morir. Jamás sabré con exactitud cuales fueron tus últimas palabras hacia mi, no pude entenderte pero no quise decírtelo. Seguro era tu despedida..que dulzura vi en tu rosotro. Hermano, ¡cómo te reté! No quería que me dejaras…
Te extraño tanto…pero vivo en la seguridad de que elegiste la fecha de tu partida, que nos reuniste a todos, que entendiste (y hasta perdonaste) a quienes no te entendieron, que le diste a mamá tu último abrazo, a quién más si no a ella!, que te fuiste en paz

Te amo hermano.